Estudios Culturales en Rosario (Argentina): Hacia un estado de la cuestión
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Universidad Nacional de Rosario
Fundamentos
Los Estudios Culturales constituyen, en la actualidad, un desafío. La creciente complejidad de las sociedades contemporáneas requiere necesariamente una actitud transdisciplinar que interrogue de manera productiva a las Ciencias Sociales y Humanas. En tal contexto, el carácter programático de los Estudios Culturales se posiciona como una opción adecuada a los fines de lograr una apertura de responsabilidad crítica en relación con las problemáticas del presente. El carácter múltiplemente codificado de los Estudios Culturales provee las herramientas apropiadas a tales fines, ya que implica, por un lado, una escritura situada y corporizada y, simultáneamente, el desarrollo de intervenciones y prácticas concretas en terrenos cuyo carácter político resulta nuclear. Bajo estos principios generales es que venimos desarrollando en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina), desde el año 2010, una línea de trabajo que incluye una dimensión de formación de posgrado -la Maestría en Estudios Culturales radicada en el Centro de Estudios Interdisciplinarios de la mencionada universidad, CEI-UNR- y, en estrecha convergencia con ella, una dimensión investigativa institucionalizada en el Programa de Investigación en Estudios Culturales. En ambos casos, las directoras y coordinadoras son la Dra. Mónica Bernabé y la Dra. Sandra Valdettaro. (Para más información, ver www.estudiosculturales.unr.edu.ar).
Los presupuestos epistemológicos a partir de los cuales se diseña el dominio de objetos que abarcan los Estudios Culturales parten de una ineludible discusión paradigmática en el marco general del surgimiento y consolidación de las Ciencias Sociales y Humanas en un contexto epocal que, de manera rápida, se puede nombrar como Modernidad. Alejadas de cualquier definición estanca de los procesos de modernización, lo que se interpela desde las miradas culturalistas es el carácter múltiple, desigual, ambiguo y paradojal que en nuestros contextos adquiere el “proceso civilizatorio” y el carácter complejo y diverso de la circulación de la discursividad moderna que, desde sus sedes europeas y/o norteamericanas, produce no sólo una mixtura siempre contingente sino también un carácter polemológico y muchas veces conflictual que deriva en desarrollos peculiares y particularizados de acuerdo a las condiciones regionales. Asimismo, dicha complejidad se advierte también en el esfuerzo intelectual que supone la deconstrucción de ciertos mitos circulantes acerca de una pretendida unidad latinoamericana que resulta más imaginaria que efectivamente operante. En tal sentido, resulta necesario no sólo deslindar aquello de las genealogías europeas y norteamericanas que definen peculiarmente las configuraciones simbólicas regionales, sino también examinar la producción de diferencias en el propio entramado latinoamericano, en un sistema general de préstamos y reenvíos de motivos culturales cuyo carácter circular e interdependiente resulta cada vez más obvio.
Las “teorías de la cultura” así convocadas se encadenan, de manera central, con la tradición de Birmingham y sus derivaciones, optando por un punto de vista que, superados todos los estructuralismos, y articulando con el propio desarrollo del campo intelectual latinoamericano, se posiciona de manera experiencial y práxica, bajo una tonalidad certeauniana, en la producción de cultura. Renovadas miradas sobre las articulaciones entre culturas de masas, vanguardias y culturas populares suponen asimismo detenerse en la configuración socio-semiótica de los lenguajes contemporáneos para, desde dicha perspectiva, intentar delimitar las modalidades específicas de construcción de representaciones e imaginarios que cada mediaesfera produce. La emergente convergencia de los lenguajes en la mediatización actual, requiere, asimismo, situarse, por un lado, en las desigualdades que a nivel regional y local presenta dicho proceso, y también poder evaluar las gramáticas que específicamente producen las condiciones materiales de producción del sentido, bajo la convicción de que de dicha reconstrucción depende nuestro entendimiento de la naturaleza del lazo social en la actualidad. Todo ello implica una actitud experimental en términos metodológicos cuyo carácter ensayístico permea no sólo la escritura sino nuestra propia manera de “poner el cuerpo” en los Estudios Culturales; actitud, si se quiere, preeminentemente literaria y estético-política.
La cultura, entonces, como dimensión polemológica y contingente de producción de diferencias desde escenarios locales y situados que interpelan de una manera radicalmente sugestiva los intentos homogeneizantes de la globalización. Las ciudadanías culturales, en tanto producción de diversidad, constituyen entonces la dimensión a partir de la cual interrogar los imaginarios regionales, nacionales, étnicos, sexuales, etc., deconstruyendo las operaciones de gestión social de la “otredad”, cuya retórica mercantil convierte en espectáculo aquello que de la alteridad resulta, sin embargo, ininscribible simbólicamente. Las “políticas culturales” se proponen, en consonancia con ello, a partir de una sintaxis radicalmente democrática que no esquiva el carácter paradojal de las propuestas de “hibridación” catalogadas como políticamente correctas. Desde este punto de vista, podría entenderse a las políticas culturales como intentos siempre provisionales de establecer los marcos de una conversación social cuyo vector implique la puesta en acto de un esfuerzo de traducción de las diferencias guiado por criterios de reconocimiento-del-otro. El carácter vagamente utópico de dicha propuesta no implica, sin embargo, una posición ingenua. Al contrario, el presupuesto es que de los “residuos” de dicha conversación siempre tendencialmente opaca, la cultura produce una “clínica” de “positividades”. Un eco freudiano atraviesa, también, esta concepción: allí donde hay “restos” hay, para los sujetos sociales, posibilidad de “productividad”.
Hacia un estado de la cuestión
Durante los días 19 y 20 de septiembre de 2013 realizamos las Primeras Jornadas de Investigación en Estudios Culturales, organizadas por el Programa de Investigación en Estudios Culturales y la Maestría en Estudios Culturales de la Universidad Nacional de Rosario. En las mismas participaron estudiantes e investigadores de ambos espacios, así como algunos invitados especiales. Los participantes de las Jornadas son, en orden alfabético:
- Mónica Bernabé es Doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires, Directora del Programa de Investigación en Estudios Culturales y Coordinadora Académica de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Julia Broguet es Licenciada en Antropología por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Marilé Di Filippo es Licenciada en Ciencia Política por la UNR, estudiante de la Maestría en Estudios Culturales del CEI-UNR, doctoranda de la UBA y becaria CONICET.
- Luciano Duyos es Licenciado en Comunicación Social por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Julia Expósito es Licenciada en Ciencia Política por la UNR y Master en Estudios Culturales por el CEI-UNR.
- Jael Ferrari es Licenciada en Comunicación Social por la UNR, estudiante de la Maestría en Estudios Culturales del CEI-UNR, doctoranda de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR y becaria CONICET.
- Irina Garbatzky es Doctora en Letras por la UNR, becaria CONICET y miembro del Programa de Investigaciones en Estudios Culturales.
- Daniela Godoy es Licenciada en Lenguas Modernas y Literatura por la Universidad Nacional de Entre Ríos, y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Clara González Bolognesi es Licenciada en Bellas Artes por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Pablo Gullino es Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.
- Marcela Isaza es Socióloga de la Universidad Nacional de Colombia y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Víctor Lenarduzzi es Doctor en Ciencias Sociales por la UBA y miembro de la Fundación Walter Benjamin de Bs As, Argentina.
- Julia Logiódice es Licenciada en Ciencia Política por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Mariana Maestri es Licenciada en Comunicación Social por la UNR y miembro del CIM (Centro de Investigaciones en Mediatizaciones) de la UNR / www.cim.unr.edu.ar
- Andrea Martínez Dorr es Licenciada en Comunicación Social por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Hugo Masoero es Licenciado en Bellas Artes por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Román Mayorá es Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Entre Ríos y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Julia Miranda es Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Rosario y miembro del Programa de Investigación en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Leonardo Perdomo es Licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales del CEI-UNR.
- Victoria Pirotta es Licenciada en Cultura y Lenguajes Artísticos por la Univ. Nac. de Gral. Sarmiento, Argentina.
- Julia Miranda es Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Rosario y miembro del Programa de Investigación en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Leticia Rigat es Licenciada en Comunicación Social por UNR, estudiante de la Maestría en Estudios Culturales del CEI-UNR, doctoranda de la UBA y becaria CONICET.
- María Carla Silicani es Licenciada en Comunicación Social por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Sebastián Strá es Licenciado en Comunicación Social por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
- Matías Ugarte es Licenciado en Comunicación Social por la UNR y estudiante de la Maestría en Estudios Culturales, CEI-UNR.
A continuación presento una breve reseña de los temas y ejes de debate, a fines de iniciar una exploración preliminar del estado de la cuestión sobre Estudios Culturales en nuestro ámbito.
Una de las problemáticas abordadas refiere a la relación entre jóvenes y tecnologías en distintos contextos de circulación social del sentido. Varias ponencias giraron en torno a dicha problemática. El análisis de los vínculos entre jóvenes y nuevas tecnologías en contextos escolares de educación media -a partir del análisis del impacto del programa Conectar Igualdad -llevado a cabo por el gobierno actual de Argentina-, fue abordado por Luciano Duyos en “Cultura digital y juventudes: análisis de los jóvenes y su relación con las TICs en la actualidad”, donde puso en tensión la noción actual de “cultura digital”. Partiendo de la consideración de la categoría “jóvenes” como socialmente construida, propuso su articulación con la noción de “prácticas” y “consumos” culturales desde las perspectivas de Bourdieu, García-Canclini, Martín-Barbero, Douglas e Isherwood y De Certeau. En tal sentido, destacó la “renegociación de sentidos” que supone el consumo en tanto “texto”, distinguiendo dicha aproximación del concepto de “sociedad de masas” y enmarcándolo dentro de la “sociedad de nuevos medios”. En tal entramado de las prácticas culturales, destacó el lugar preeminente que en el comportamiento de los jóvenes adquieren la ropa, la música y las tecnologías, en un proceso general de diferenciación y construcción de pertenencia que atraviesa distintas territorialidades, en una acepción cercana a las “comunidades imaginarias” de Anderson. La “cultura digital” en tanto massmediatización, interacción y relación de contacto, supone una “amauterización masiva” -concepto proveniente de Clay Shirky. También discutió las nociones corrientes de “nativos” e “inmigrantes digitales” en relación a la caracterización de la generación multimedia de los últimos 20 años, adjetivándola como “adultocéntrica”, y proponiendo pensar a partir de las categorías de “visitantes” o “residentes”, que apuntarían a señalar lugares y herramientas (Duyos 2013).
Andrea Martínez Dorr, por su parte, presentó en “Globalización, derechos y nuevas tecnologías comunicacionales: análisis de una experiencia con jóvenes”, los resultados de una experiencia con jóvenes de entre 13 y 18 años en el marco de un proyecto financiado por UNICEF llamado “Un minuto por mis derechos” -que consistió en la realización de “videominutos” por parte de los mismos jóvenes- realizado conjuntamente en varias provincias y ciudades de Argentina durante el año 2008. En la ciudad de Rosario el proyecto se desarrolló en la periferia de la ciudad, concretamente en el distrito Oeste, zona de alta vulnerabilidad. Dicho proyecto forma parte de una iniciativa global surgida en Europa en 2002 y llevada a cabo en Latinoamérica desde 2005. Sus propósitos generales tienen que ver con la problemática de los derechos relacionados con las nuevas tecnologías comunicacionales en un marco de “paradojas de la globalización”, con sus lógicas de racionalización y fragmentación, alienación y creatividad. Partiendo de la postulación de los “derechos de los niños” del año 1989, y señalando dos paradigmas sobre el niño/adolescente/joven: una, en tanto “sujetos de derecho”; y la otra que remite a la vieja doctrina de la situación irregular de 1919 y que se expresa en la Ley de Patronato con sus efectos de criminalización de la pobreza, Martínez Dorr destacó los pormenores de dicha “lucha paradigmática” que derivó en la sanción nacional en 2005 de la Ley de Infancia -luego también ley provincial en Santa Fe- cuyos efectos en las políticas sociales resultan constatables. En dicho marco, caracterizó a este programa como un proyecto de contra-hegemonía focalizado en niños y jóvenes casi analfabetos, con escaso acceso a las tecnologías, que trabajan, y que empezaron a concurrir a los talleres del programa por “la merienda” que se les daba. De este modo, se realizaron 13 cortometrajes bajo la consigna de “meter sólo en un minuto los sueños”, que expresan los distintos imaginarios y representaciones de los jóvenes en relación a sus vínculos con los padres y la familia, a sus expectativas de futuro, a sus relaciones con la escuela, a sus condiciones de vida presentes y a la fascinación misma que genera el hecho de filmarse a sí mismos. De tal modo, señala el carácter paradojal de la globalización, apuntando a una “globalización blanda” que posibilita la integración simbólica, frente a una “globalización dura” cuyo vector es la desintegración material. Dicho carácter paradojal habilita -según Martínez Dorr- dos “polos anímicos” simultáneamente actuantes: el desencanto frente a los proyectos nacionales y la emergencia de ciudadanías activas. El espacio mediático aparece, así, como un ámbito de lucha por las representaciones posible de ser desplegado a partir de los efectos de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales -sancionada en 2009 pero aún no aplicada en su totalidad- en relación con las políticas culturales sobre la infancia y la posibilidad de construcción de imágenes alternativas a los estereotipos a partir de una articulación con políticas locales situadas en terreno. De todos modos, y a pesar de dichas posibilidades, Martínez Dorr señaló asimismo la tensión operante en la misma ciudad relativa a las políticas culturales, a las cuales caracterizó de “inclusivas” en el centro y “fragmentadas” en las periferias, proponiendo una necesaria superación de dicha escisión (Martínez Dorr 2013).
Matías Ugarte se ocupó, por su parte, de las relaciones entre redes sociales y creación de nuevos públicos desde un punto de vista político y en el marco de las profundas crisis del presente a nivel global. Mediante una articulación entre perspectivas filosóficas y socio-semióticas, “Nuevos públicos y política en las redes” discute la noción de “acontecimiento”, señalando la necesidad de deslindar distintos niveles de situación, vinculándolos con los imaginarios y las referencias simbólicas que habilitan. A partir de la hipótesis central de la semiótica sobre el desfase entre producción y reconocimiento, interrogó los alcances de las redes sociales en la generación de acontecimientos políticos, y propuso como alternativa a dichos análisis el concepto de “reensamblar lo social” desarrollado por Latour. Desde un punto de vista empírico, presentó una reflexión preliminar del Movimiento Giros, un colectivo político situado en la periferia de Rosario que a partir de prácticas innovadoras fue logrando un posicionamiento significativo en el contexto político local (Ugarte 2013).
El tópico general relativo a la construcción de subjetividades políticas reunió varias ponencias, como “Hacia una presencia indígena en la fotografía latinoamericana contemporánea”, donde Leticia Rigat analiza la fotografía latinoamericana contemporánea, deteniéndose en las figuraciones fotográficas documentales de lo indígena. Ubicando dichas representaciones en una genealogía de larga duración que encuentra uno de sus momentos principales en la construcción de la otredad a partir de lo corpóreo durante el siglo XIX, el corpus trabajado por la investigadora retoma en las producciones actuales las sofisticadas operaciones de denuncia de dicho linaje. De tal modo, los trabajos fotográficos de Julio Pantoja, Luis González Palma, RES, Antonio Pozo y Antonio Briceño plantean, por un lado, una reconfiguración genérica del documentalismo fotográfico al hacer ingresar en la imagen motivos simbólicos, en una articulación estilizada con lo icónico-indicial y, simultáneamente, la construcción de otras memorias que Rigat articula con un “contrapunteo” del término “cultura” desde De Certeau y Williams (Rigat 2013).
Los usos socio-culturales ligados a la fotografía estenopeica también ocuparon un lugar destacado, a partir de la experiencia llevada a cabo por Marcela Isaza en una población de pescadores artesanales del río Paraná inferior llamada El Espinillo que se encuentra localizada en una de las islas frente a la ciudad de Rosario, experiencia que evalúa en “Pescadores artesanales en el río Paraná inferior: entre la invisibilidad y lo no dicho. Estudio de caso de la población El Espinillo que habita en una isla frente al río”. Mediante un taller que realizó con los niños de dicha población -15 chicos de entre 3 y 14 años- con fotografía estenopeica pudo delimitar inquietantes vinculaciones entre la invisibilidad y lo no dicho a partir de las mutaciones en las imágenes del río y su gama de grises. El posicionamiento “en los grises” –así como el debate acerca de la simplicidad de lo blanco y lo negro- y las inadvertidas figuraciones que allí surgen adquieren una tonalidad literaria en los relatos visuales de los niños. Asimismo, en una población que no cuenta con luz eléctrica, las modulaciones de luz del dispositivo estenopeico se constituyen en indicadores de una modernidad peculiar situada además en una doble pertenencia: las provincias de Santa Fe y de Entre Ríos. De tal modo, un mundo nuevo adviene a partir de dichas operaciones y la cotidianeidad adquiere, así, otra gramática (Isaza 2013).
La problemática del uso del espacio público por parte de actores sociales en protesta es abordada en “De la invisibilidad a la visibilidad acerca de ciertos usos del espacio público. El acampe como forma de protesta” por María Carla Silicani, quien indaga la naturaleza de las prácticas de “acampe” en espacios públicos como política de visibilización de la protesta social por parte de determinados colectivos socio-políticos. En tal sentido, Silicani presentó reflexiones sobre dichas formas de protesta llevadas a cabo en distintas plazas céntricas de la ciudad de Rosario durante los años 2007 y 2008 por la Corriente Clasista y Combativa, el Movimiento Giros y los trabajadores de Promoción Social de la Municipalidad de Rosario. El abordaje consiste en el análisis de las coberturas de prensa, la realización de entrevistas a informantes clave de dichas organizaciones y la observación directa, para, a partir de ello, poder reconstruir los imaginarios acerca de la corporalidad en la protesta y la dimensión sacrificial y performática que supone dicha sobreexposición de los cuerpos (Silicani 2013).
“La orden del secreto. Un estudio de la logia masónica de la ciudad de Rosario”, de Jael Ferrari, abordó la vigencia de la lógica del “secreto” a partir de la reconstrucción de las prácticas ligadas a la logia masónica de la ciudad de Rosario, en un contexto general de relaciones entre Francia y Argentina. El tópico de la fraternidad ligada al secreto, asentado en rituales de instrucción y obediencia, permea el discurrir de la vida cotidiana, señalizando fronteras de cultura interior y cultura exterior. El carácter mítico de dichas performances implica una lógica paradojal que se despliega en los complicados vínculos entre secreto y publicidad en los procesos de modernización (Ferrari 2013).
Cuestiones más generales ligadas al debate pos-marxista planteó Julia Expósito en su presentación, “En torno a la actual crisis del marxismo. Un análisis crítico de las respuestas de Alain Badiou y Ernesto Laclau”, deteniéndose en algunos de los términos que permean la discusión de actual. La reformulación de categorías como ejercicio central del marxismo fue caracterizada, por Expósito, a partir de la postulación del marxismo como “pensamiento de la crisis” (Expósito 2013). Dichas preguntas acerca de cómo pensar los sujetos políticos en la actualidad se vinculan, desde una perspectiva del populismo laclausiano, con la centralidad que en la ponencia de Leonardo Perdomo adquirió el significante “Somos Chávez” en el contexto discursivo del socialismo del siglo XXI y de las prácticas contrahegemónicas que, según Perdomo (2013), dichas preguntas habilitan. Por su parte, Marilé Di Filippo acudió centralmente a las teorías de Rancière para abordar, en “Encuentro filosófico de los pobres: un espacio para pensarnos”, las prácticas culturales relativas al carnaval-cumple de Pocho Lepratti, un militante barrial rosarino asesinado por la policía durante los conflictos de 2001. Desde este punto de vista, el entramado afectivo-corporal que supone el vínculo arte-política adquiere, en el activismo de los sectores populares, un carácter de supervivencia. La propagación, desde 2001, de las fiestas populares, se inscribe en la larga historia de los carnavales rosarinos y sus diversas interpretaciones. Di Filippo propone una lectura de este tipo de carnaval en tanto “ensayo militante” caracterizado -no sin marcar, por supuesto, toda una serie de paradojas- por el exceso pero no del consumo o la exhibición, sino de una vivencialidad barrial recuperada en el marco de las “políticas de la vida” (Di Filippo 2013). Desde una mirada más pragmática de las políticas culturales, “Experiencia de los artistas autogestionados de San Miguel (Pcia. de Bs As): ¿libertad o precariedad?, de Victoria Pirotta analiza las experiencias de los artistas autogestionados de la localidad de San Miguel en la provincia de Buenos Aires, distinguiendo distintas esferas de circulación y deteniéndose en las relaciones entre arte y prácticas sociales. Los proyectos micro-culturales analizados presentan una serie de paradojas a partir de la denominación de “independientes” y “autogestionados” pero posicionados hacia el mercado. Plantea entonces como alternativa la necesidad de “jugar entre lo hegemónico y lo subalterno” (Pirotta 2013).
Otra de las temáticas abordadas fue la relativa a las representaciones de la guerra y sus vinculaciones con la tecnología, la cultura y el arte. Julia Miranda, en cuya ponencia “Imágenes de guerra. Una aproximación al problema de la imagen mediática en la poesía popular”, presentó una serie de reflexiones a partir de sugerencias de distintos autores y artistas -Sontag, Godard, los músicos Pedro Aznar y Patricio Rey, etc.- destacando el lugar que ocupa la imagen mixta en directo, las figuraciones de la masacre televisiva y la violencia bélica, y sus relaciones con el poema, la estética y la música. Lo real como falsificación de lo visto -planteó Miranda (2013)- señala el espanto de lo no visto y advierte acerca del inquietante horror de la belleza a partir de una analogía del “hongo” de Hiroshima devenido en “rosa”, siendo, justamente, la “rosa” la principal metáfora de la poesía. Por su parte, Clara González Bolognesi, en “El dolor paraguayo, una representación”, se detuvo en las representaciones del “dolor paraguayo” y sus múltiples manifestaciones: la lengua de la triple frontera, la producción de Rafael Barret, las pinturas de Cándido López, etc. En su ensayo demuestra cómo el trauma de la Guerra de la Triple Alianza continúa permeando prácticas culturales y discursos, en una línea histórica que se enmarca en la genealogía de las expediciones fotográficas de la guerra de Crimea, entre otros acontecimientos. Las figuraciones sobre la Guerra de Malvinas fueron tratadas por Pablo Gullino, quien abordó las representaciones mediáticas y digitales de un film de ficción, interrogándose acerca de las maneras de narrar en contextos de ausencia de archivos, cuando solo se cuenta con testimonios. En tales circunstancias, la distinción entre documental y ficción va perdiendo estatuto, y el nivel de indicialidad propio del género documental se adquiere a partir de los usos de la lengua, por ejemplo. En definitiva, el debate acerca de las transposiciones genéricas en la actualidad produce nuevas categorías, como el “documental de ficción” sostiene Gullino en “Estuvimos ahí. Representaciones mediáticas y tecnologías digitales a partir de un caso de la historia reciente: La Guerra de Malvinas, un film de ficción” (Gullino 2013).
Los distintos campos del arte y la educación en relación con la cultura tuvieron, asimismo, momentos destacados. Julia Logiódice presentó en “Artistas en campos precarios. El grupo Discepolín en el marco del teatro rosarino de los 80 del siglo XX” la historia de este grupo teatral, caracterizándolo como un grupo de resistencia luego de la experiencia de su precedente, el grupo Arteón. Destacó los cambios operados en el campo teatral en ese momento -que se conoció como un “boom del teatro local”- con una serie de efectos culturales importantes, como los 35 talleres realizados en distintos barrios y ciudades cercanas a Rosario, la relación del teatro con la política, la ética militante que caracterizaba este tipo de intervenciones y su funcionamiento asambleario. Propone el abordaje de dicha problemática a partir de los Estudios Culturales y haciendo foco en la interrogación de las categorías clásicas sobre el teatro independiente: los circuitos culturales de producción local frente al circuito comercial, la relación con el público, el estatuto de los trabajadores de teatro como profesionales sin profesión, el carácter periférico de sus prácticas, etc. (Logiódice 2013).
Daniela Godoy presentó una investigación sobre el campo cultural en la ciudad de Gualeguay, Entre Ríos, en el periodo 1919-1940. A partir básicamente de las categorías de Bourdieu, “La constitución de un campo cultural en la ciudad de Gualeguay entre 1919 y 1940” caracterizó el lugar de los intelectuales y las relaciones de poder a principios del siglo XX, destacando la peculiaridad del modernismo local, muy distinto al europeo. Gualeguay se ubica en el ámbito de la provincia argentina de Entre Ríos y su particularidad como “tierra de poetas” como Juan L. Ortíz y Mastronardi. Festejos anarquistas y libertarios, vida bohemia y relaciones con la oligarquía ganadera, mecenazgos en decadencia, librepensadores, todos elementos que fueron delimitando una especie de comunidad autónoma de una modernidad peculiar (Godoy 2013).
Las tensiones actuales entre arte y educación fueron abordadas por Hugo Masoero, quien se preguntó en “Arte y educación en la actualidad” acerca de la formación docente en arte y su vinculación con los planes de estudio, las relaciones teoría/práctica en las tres disciplinas clásicas: pintura, escultura y grabado, que continúan replicando la organización del arte en los siglos XIX y XX. Destacó, en contrapartida, las prácticas artísticas desde antes de la década del 60 del siglo XX, como por ejemplo las videoinstalaciones, que adelantan lo que hoy se conoce como arte interactivo, videoesculturas, e-mail art, NetArt, artes electrónicas, esculturas robóticas, carnal art, arte genético, instalaciones inmersas participativas, etc. El desafío consiste, entonces, según Masoero (2013), en cómo pensar este sistema de creciente contaminación entre arte y medios.
El campo de la música y sus prácticas asociadas también convoca varias investigaciones. En su presentación “Raza, región y nación en los candombes del Litoral argentino”, Julia Broguet analiza las prácticas culturales asociadas al candombe en el litoral argentino, y desde ese contexto se plantea cuestiones acerca del lugar de la raza en la región y la nación. De tal modo, cinco ciudades del litoral argentino: Santa Fe, Paraná, Rosario, Concordia y Resistencia, presentan una diferenciación multicultural con una particular presencia de lo afroamericano que se distingue fuertemente del candombe uruguayo. Así, el candombe afrolitoraleño presenta una estética de comparsa, callejera, performática y política, que visibiliza lo afro mediante la emergencia de nuevas sensibilidades (Broguet 2013).
Mónica Bernabé relató en “Rap, poesía plebeya” (ensayo publicado en el número anterior de alter/nativas) una experiencia singular llevada a cabo recientemente en el Distrito Oeste de la ciudad de Rosario, consistente en un taller de rap y hip hop con jóvenes del lugar, a partir de lo cual presentó estimulantes reflexiones sobre los vínculos entre lo corporal, el contoneo y el baile, las relaciones entre distintas estéticas plebeyas, las posibles caracterizaciones estilísticas y sus implicaciones sociológicas. Reclamó, entonces, la “urgencia de los abordajes transdisciplinares” y la necesidad de situarse localmente para reflexionar sobre dichos fenómenos (Bernabé 2013).
Román Mayorá se detuvo en la música y la cultura pop en la Argentina, los vínculos con la cultura masiva, las vanguardias, el consumo, la política, la industria cultural y la vida cotidiana, y la emergencia de subculturas con sus respectivos imaginarios. Enmarcando al pop en una específica tradición, Mayorá señaló su “capacidad camaleónica” y su aptitud para las “conexiones imposibles”, como tituló su ponencia (2013). Las disputas entre las culturas del rock y del pop se hicieron presentes a partir del análisis de los grupos de música argentinos Virus, Soda Stéreo, Babasónicos y Miranda. Asimismo, las modificaciones producidas por la web en la producción, la distribución y el consumo de musicales presentan usos alternativos para el pop, que se acerca a un pensamiento cyborg y a prácticas itinerantes que producen una explosión semántica de nuevo tipo.
Ampliando esta línea, Víctor Lenarduzzi -invitado especialmente a las Jornadas como conferencista- presentó reflexiones acerca de la escena de la música electrónica como un complejo de prácticas cuyo ámbito es eminentemente urbano, posnacional y global. Destacando la ajenidad de la academia en relación con el estudio de la escena dance, Lenarduzzi -en su ponencia “Explorar la escena electrónica: experiencias, nociones, lecturas”- propuso exploraciones acerca de las tecnologías del placer asociadas a la experiencia y la sensibilidad del cuerpo y de la música, y sus relaciones con el arte y la cultura de masas. Dichas “pistas de baile post-sexual” suponen una “desfalificación” del sexo que produce modificaciones en la “cadena sexo-género-deseo” (Lenarduzzi 2013). Asimismo, planteó las particularidades del trabajo etnográfico que supone el estudio de este tipo de fenómenos (“…no puedo tomar notas mientras bailo”) proponiendo categorías cinético-morales que implican no hablar por el otro, sino ponernos “al lado del otro” y, desde ese lugar, posicionar la investigación como experimentación. Lenarduzzi se desmarca, de este modo, del sintagma rock-peronismo-fútbol como “núcleo de verdad” de lo popular, trayendo otros repertorios que nutren la actual cultura electrónica.
En tal sentido, y apuntando a una caracterización general de la cultura emergente, Mariana Maestri planteó, a partir de la noción de sociedad post-PC planteada por Steve Jobs, las relaciones entre “Telefonía celular, espacio urbano y movilidad”. Los fenómenos de digitalización, multimedialidad y convergencia habilitados por la web 2.0, producen nuevos modos de usos de las tecnologías que se van consolidando principalmente a raíz de la creciente penetración de los smartphones o teléfonos inteligentes de tercera generación. También llamados “teléfonos sociales” (Maestri 2013), estos dispositivos ponen en escena un tipo urbano que la bibliografía actual nombra como homo mobilis, con nuevas modalidades de ejercicio del nomadismo, los traslados, las migraciones y los contactos cara a cara.
La problemática de la musealización y el archivo fue presentada por Sebastián Strá en “Los presupuestos epistémicos del museo”. Las condiciones actuales de las mediatizaciones virtuales obligan a una revisión de los presupuestos epistémicos del museo del mundo moderno. Ello implica la recuperación del “teatro de la memoria” en tanto proto-museo que encuentra, en las actuales condiciones de producción, una nueva emergencia (Strá 2013). Novedosas articulaciones entre culturas orales e impresas, memorias visuales y experiencias sensoriales ligadas al olfato, el gusto y el tacto, implican nuevas modalidades de registro que ponen en tensión las historias lineales del museo clásico. También Irina Garbatzky se preguntó en “El archivo como valor de uso” acerca de cómo conservar, en una época de comunicación de masas, lo que denominó “no-obras” o narrativas anamnésicas. A partir de la lógica de la preeminencia del valor de exhibición sobre el valor de uso y el valor de cambio, destacó las posibilidades de los archivos hipermediales y de la red en tanto dispositivos de socialización, democratización y posibilidades de investigación crítica (Garbatzky 2013).
Algunos temas para una agenda de debate
Luego de la reseña presentada, creo que es posible plantear una especie de denominador común en los abordajes de las problemáticas objeto de estudio: su carácter fuertemente paradojal. Lejos de constituir una amenaza, creo -como planteaba al principio- que se trata, al contrario, de un verdadero desafío para los Estudios Culturales del presente.
Tomando en cuenta que una paradoja refiere a un hecho o una situación cuyas condiciones de producción son las mismas que las de su imposibilidad, y que ello provoca una apertura a un mundo de contingencia e indeterminación, es posible entender la cultura, entonces, como un espacio eminentemente paradojal, abierto, contingente, como un escenario de lucha simbólica en el cual se hace viable una intervención estratégica.
Asimismo, dicho componente estratégico no parece responder a una planificación eminentemente racionalista, sino a una combinación de trayectorias experienciales y práxicas, en las cuales la producción del sentido se encuentra íntimamente ligada al despliegue de las sensibilidades.
Los siguientes son algunos de los puntos en donde es posible advertir dicho carácter paradojal:
- En relación con el debate acerca de las categorizaciones sobre los jóvenes y adolescentes en la actualidad, y tomando en cuenta las llamadas “generaciones multimedia” que permean todas las clases sociales, parecen más pertinentes las categorías de “nativos” o “inmigrantes” digitales que las de “visitantes” o “residentes”, ya que en las primeras subyace una epistemología ambiental y discursiva de las tecnologías, mientras que las segundas parecen estar contaminadas por una idea instrumentalista de lo tecnológico, como algo que estaría por fuera de lo humano, como si se las pudiera “visitar” o “residir” en ellas, o “entrar” y “salir” a voluntad. Desde este punto de vista, entonces, se produce una situación pendular en las definiciones: las tecnologías como lenguajes y ambientes por un lado; las tecnologías como instrumentos por otro. Cada una, por supuesto, produce implicancias profundas y distintas, acerca de las figuras de sujeto que construyen.
- Las transposiciones genéricas que se advierten entre distintos lenguajes, con mixturas productivas entre documental y ficción, por ejemplo, tanto en el campo de lo literario como en el fotográfico y el cinematográfico. El estallido de los géneros y estilos plantea a los Estudios Culturales una provocación intelectual que implica, necesariamente, un posicionamiento creativo y transdisciplinar.
- El carácter performático de la protesta social, la corporalidad en las calles y el carácter paradojal de la misma, a la vez sacrificial y festiva, que plantea, asimismo, desafíos de invención sociológica a los Estudios Culturales en términos de caracterización de la naturaleza de la conformación de los colectivos políticos en la actualidad. Dichas dimensiones estéticas de una política fuertemente performática habilitan ensayos culturales con los lenguajes contemporáneos que crean nuevas modalidades de ejercicio ciudadano y la emergencia de dimensiones inadvertidas de los mundos de vida. Asociado a ello, resultan de suma actualidad los debates pos-marxistas acerca de la construcción de colectivos políticos y las modalidades de circulación y apropiación de los significantes en la actualidad.
- En tal contexto, la vigencia de las relaciones siempre tortuosas entre publicidad y secreto que hacen a las lógicas del ejercicio del poder como funcionamiento general de la cultura, en una formación cultural emergente que hace de la publicidad, entre todos los aspectos de la vida y mediante las redes sociales, su principal vector, y que ensaya, simultáneamente, nuevas modalidades de espionaje y de control.
- Las relaciones entre trauma, violencia y arte continúan posicionando a la guerra como espacio de experimentación y como laboratorio de convergencia estética, científica, política y tecnológica. Los imaginarios que de ello resultan devienen en una producción incesante de diferencias en un contexto global que intenta, no muchas veces con éxito, operaciones de homogeneización.
- La gramática de las prácticas culturales actuales, más como “presentación” que como “representación”, deriva en un corrimiento de una epistemología representacional a una epistemología de la puesta en acto o en con-tacto. Las prácticas e intervenciones culturales de la actualidad, eminentemente performáticas, pueden considerarse, de manera sinestésica, como conectores-afectivos. Las temporalidades efímeras que suponen responden a una lógica de la metonimia -es decir, de lo indicial- de los cuerpos en contacto. La pregunta acerca de cómo conservar lo efímero permea las preocupaciones culturalistas. En una convivencia no siempre conflictiva con las clásicas prácticas representativas, lo cierto es que hay algo del estilo de época en el carácter performático que se va instalando.
Lejos de intentar una agenda exhaustiva, creo que los temas acá brevemente apuntados señalan la modalidad específica de la escritura culturalista: el carácter crecientemente complejo y paradojal de la dimensión cultural hace de los Estudios Culturales un programa siempre transicional; el conocimiento así producido no puede ser sino conjetural; la relevancia del mismo dependerá de la manera de “poner el cuerpo”; y en ello se jugará, también, su componente político. Los Estudios Culturales son, entonces, ensayísticos: proceden por tanteos, por exploraciones, y las sondas que arrojan deberán buscar, siempre, algún fondo de verdad.
Obras citadas
Bernabé, Mónica (2013) “Rap, poesía plebeya”, Conferencia dictada en las 1ras. Jornadas de Investigación en Estudios Culturales, Rosario, Argentina.
Broguet, Julia (2013) “Raza, región y nación en los candombes del Litoral argentino”, Ponencia presentada en las 1ras. Jornadas de Investigación en Estudios Culturales, Rosario, Argentina.
Di Filippo, Marilé (2013) “El arte y la fiesta popular rosarina desde sus entrañas. Un análisis del carnaval-cumple de Pocho y el entramado estético-político del Barrio Ludueña”, Ponencia presentada en las 1ras. Jornadas de Investigación en Estudios Culturales, Rosario, Argentina.
Duyos, Luciano (2013) “Cultura digital y juventudes: análisis de los jóvenes y su relación con las TICs en la actualidad”, Ponencia presentada en las 1ras. Jornadas de Investigación en Estudios Culturales, Rosario, Argentina.
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Isaza, Marcela (2013) “Pescadores artesanales en el río Paraná inferior: entre la invisibilidad y lo no dicho. Estudio de caso de la población El Espinillo que habita en una isla frente al río”, Ponencia presentada en las 1ras. Jornadas de Investigación en Estudios Culturales, Rosario, Argentina.
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